Durante el periodo arcaico, más concretamente del siglo VIII
al VI a.C, la belleza era buscada a través de la figura humana, donde se
pretendía destacar la armonía, la medida y la proporción con el fin de
representar la divinidad y con ello obtener un idealismo idealizado.
Además, su principal objetivo era, que por encima de todas
las medidas, la naturaleza inspirara la escultura, por lo que observaban todos
los aspectos de la figura humana, en especial, la masculina. Sin embargo, sólo
tomaban para su arte, aquellos aspectos positivos que después representarían de
manera figurativa.
Para situarnos volvemos a la antigüedad, hasta antes del
siglo VIII a.C la sociedad griega era eminentemente rural y el principal medio
de subsistencia y riqueza se basaba en la tierra. El comercio se realizaba
mediante trueques, sin embargo, a finales del siglo VIII se comenzó a usar la
moneda, lo que aumentó el comercio, la acumulación de capitales y el
fortalecimiento de las ciudades-estado, o polis. No obstante, y así como les
sucedía en Egipto a muchos faraones, los pueblos primitivos sentían cierta
repugnancia hacia las representaciones figuradas, e incluso desarrollaron una
ley o costumbre que prohibía la representación de personajes que no fueran de
carácter divino o semi-divino, a no sea que se tratase de héroes. Esta ley a menudo se transgredía y
hasta llegó a olvidarse completamente en el siglo V a.C.
Fue en este mismo periodo junto con un carácter religioso,
frontalismo y rigidez muy marcadas, que
se crearon las primeras esculturas: las “xoana”. Éstas se formaban de madera y
tenían una forma esquemática, con una naturaleza votiva y vinculada a los
templos, precediendo a los kuroi y korai, o en su forma singular, kuros, hombre
joven y kore, que en español significa, mujer joven.
Kuros es una escultura de un varón joven, así como indica su
significado. También fue usado por Homero para denominar a los jóvenes
soldados. A su vez, podían ser conocidos como “Apolos” pues pensaban que representaban
al Dios. Tienen gran influencia de los egipcios. Estas esculturas tienen lugar,
a raíz, de una de las grandes pasiones griegas, que ya no sólo es el teatro,
sino también el deporte.
El deporte era su oportunidad de darse a conocer, e incluso
de convertirse en héroes, si ganaban carreras como los 100 metros en Olimpia.
Ésta estaba marcada por la tradición, y aquellos que venciesen tendrían derecho
a erigirse dicha estatua.
Como en el resto de esculturas de la época exenta, su
finalidad era, representar la divinidad
o consagrar la imagen de un fiel como una ofrenda a los dioses. Ambos
representaban la perfección, el canon, la juventud y la virtud, aunque entre
los kuroi y las korai existen diferencias significativas.
Los kuroi son esculturas de atletas, hombres jóvenes y
rudos. El hecho de su desnudez deportiva llega a convertirse en un acto social
que se relaciona con hombres libres y se terminará usando como elemento de
autoconciencia racial y cultural de la unicidad de los griegos, y esta desnudez
es lo que le lleva a la perfección y es lo que le diferencia del bárbaro, del
esclavo y de la mujer. Los primeros kuroi estaban hechos de madera, lo que con
el aumento de la talla del mármol a lo largo del siglo VI, cambió, para empezar
a ser representados en mármol. Estaban esculpidos para ser vistos de frente,
como sucedía en el modelo egipcio, lo que se explica en su utilidad, que se
basaba en situar dichas esculturas en nichos o ábsides. A través de esto, se ve
claramente la ley de frontalidad, en la que el cuerpo queda dividido en dos
mitades simétricas, pero libres en su movimiento, lo que permite distintos
planos en brazos y piernas, sin que se quebrante la simetría desde el frente. Es
una figura exenta de bulto redondo con un tórax excesivamente abombado y un
abdomen muy reducido, lo que resulta desproporcionado, y deja entre ver, la
dificultad que aún suponía esculpir las diferentes características de la
anatomía masculina. Son esquemáticos, de inmovilidad grotesca y rigidez
marcada, dispuesta desde los convencionalismos.
Están posicionados de pie, de forma que los brazos quedan
pegados al cuerpo y con los puños cerrados, característica que facilitaría su
mantenimiento con el paso del tiempo. Las caderas, hombros y brazos presentan
simetría en contraposición a las piernas, en las que una de ellas se sitúa de
manera adelantada intentando reflejar el movimiento. En sí, es una figura un
tanto inexpresiva, no sólo por su rostro, sino por la realización de los
músculos y articulaciones a lo largo del torso y piernas, pero la parte
superior es la más notoria. Su cara no expresa ningún tipo de sentimiento, pero
si se aprecian los ojos almendrados, labios cerrados con el superior levantado,
lo que da lugar a una sonrisa mecánica que se denomina sonrisa etrusca o
arcaica; es un rasgo convencional que se ha interpretado de diversas formas,
entre ellas, el fin de representar a alguien vivo queriendo mostrar un
bienestar o alternativamente, un sentimiento de felicidad a través de la
ignorancia, así como el agradar a los Dioses a través de esa sonrisa.
Una de las características que más se han desarrollado a
través de los periodos es la forma del pelo, muy pegado al cuero cabelludo, con
muy poco volumen y en forma de trenzas, además de su longitud hasta los hombros
o un poco más largo, además de la presencia de una cinta, cuya utilidad servía
para recoger el sudor durante las actividades que éstos atletas llevaban a
cabo.
La evolución de la escultura, de las técnicas y de los
diferentes escultores, se ha visto claramente reflejada en las diferentes
esculturas, como en el kuros de Sounion que se trata de una enorme escultura
realizada en mármol cuya altura supera los tres metros. Se estima que fue
realizada a finales del siglo VII a.C. Se denomina así por su descubrimiento en
las proximidades del cabo Sunión, una zona cercana a Atenas donde se han
encontrado numerosos vestigios de la civilización griega antigua. A mediados
del siglo VI a.C, destaca el kuros de Tenea, también llamado, Apolo de Tenea
fue esculpido por algún artista de los talleres de Corinto, y estaba ubicado
como monumento funerario en la tumba de un joven griego fallecido
prematuramente. Otro que también destaca es el Efebo de Kritios, también
conocido como Muchacho de Kritios, es una escultura de un joven atleta que data
del año 480 a. C. y que no tiene un autor conocido, aunque se le atribuye a
veces a Kritios, artista ateniense de la Antigua Grecia, por el parecido de la
cabeza a las cabezas de sus esculturas y porque esta obra lleva su nombre.
Una kore es una escultura de la época arcaica, que consiste
en una escultura femenina exenta de bulto redondo y realizada en mármol que se
encontraba de pie, y cuya versión masculina son los kuroi. Así mismo, como los
anteriores, tienen gran influencia de la escultura egipcia, sobretodo su
frontalidad, rigidez corporal e inexpresividad. Sin embargo, la forma que se le
da al material es menos tosco que en las egipcias. A diferencia del kuros,
éstas siempre estaban vestidas, en muchas ocasiones con un “peplo” que consiste
en una túnica femenina de forma rectangular y grandes pliegues doblada en dos
para cubrir el cuerpo y luego cosida, dando aspecto de tubo cilíndrico. Sin
embargo, estos pliegues resultaban artificiales y faltos de naturalidad debido
a la dificultad en su representación, lo que dará lugar a ser uno de los
aspectos que más evolucionará con el tiempo. Respecto a la posición de los
brazos, encontramos una diferencia significativa. La kore suele tener un brazo
erguido a partir del codo, con forma de ofrecimiento, y en cuya mano puede
sostener un objeto votivo, que es un objeto dejado en un lugar sagrado por
motivos rituales.
El rostro sigue siendo inexpresivo, ojos almendrados y
sonrisa estereotipada o etrusca que no da sensación de ser el retrato de una
persona real. El pelo tiene poco volumen, y da sensación de artificial, casi
pareciendo una peluca. La estatua se encontraba pintada, la piel de color
blanca y los vestidos y ropajes de colores fuertes y brillantes, con las que se
intentaba obtener mayor realismo y expresividad.
Las korai representan sacerdotisas por lo que se
encontraban en tumbas y santuarios, además dofrenda votiva a
los dioses, además es en estas en las que se puede ver claramente los cambios
en los vestidos, los tocados y la pérdida gradual de simetría y rigidez.
Más tarde se realizaran figuras más naturalistas que nos dejan percibir el movimiento del cuerpo, la representación de las formas bajo los vestidos y una mejor representación de los músculos.
En conclusión, un retrato sirve para prolongar la permanencia, y en cierto modo, eternizar la vida del ser que representa.
Más tarde se realizaran figuras más naturalistas que nos dejan percibir el movimiento del cuerpo, la representación de las formas bajo los vestidos y una mejor representación de los músculos.
En conclusión, un retrato sirve para prolongar la permanencia, y en cierto modo, eternizar la vida del ser que representa.
María José Lagunas Hernández
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