martes, 16 de mayo de 2017

SEÑORITAS DE AVIGNON- PABLO PICASSO

Las señoritas de Avignon- Pablo Picasso
A finales del verano de 1907, Picasso acaba un cuadro inmenso que ha comenzado varios meses antes. Casi seis metros cuadrados de lienzo y cientos de dibujos y estudios preparatorios. Pero, de momento nadie conoce esos detalles. Pablo se ha encerrado en su taller para hacer este cuadro y ha prohibido la entrada a todo el mundo…y entonces, un día, abre la puerta del taller a sus amigos. Estupefacción, conmoción, consternación. No hay palabra lo bastante fuerte como para transmitir la impresión de sus amigos más próximos ante el nuevo cuadro. A pesar de que están habituados a la pintura de Pablo y son siempre los primeros en defenderla, esta vez verdaderamente… la desaprueban categóricamente Matisse, ¡el gran pintor está furioso! Georges Braque mismo, un amigo reciente dice “¡Es como si quisieras hacernos comer estropajo o beber petróleo!”. Hasta Apollinaire, que suele ser incondicional. Critica a su amigo. Le aconsejan dedicarse a la caricatura. Una sola excepción ante este concierto de gritos furiosos: el joven coleccionista Daniel-Henry Kahnweiler. A él le gusta el cuadro desde su primera visita e inicia una amistad con Picasso que durará toda la vida. Kahnweiler se convertirá en uno de los principales marchantes de arte moderno del siglo XX. Nada perturbará su amistad seguirán reuniéndose en el restaurante La closerie des Lilas. Picasso como los demás adora estas charlas y discusiones semanales recalentadas con algún licor fuerte. Picasso concurre en compañía de Fernande Olivier, envueltos en grandes abrigos por el duro invierno de 1907”- Marie-Laure Bernadac, Paule Du Bouchet Picasso, genialidad en el arte.
Es justo en este momento, donde Picasso presentó, su por entonces, obra sin título a sus amigos y pequeño círculo artístico, provocando una verdadera conmoción y asombro e incluso burla, y por tanto, siendo duramente criticada e incomprendida tanto por artistas y coleccionistas como por los críticos de arte más vanguardistas de la época. Según escritos, fue su amigo Apollinaire quien le dio el título de “El burdel filosófico” y después André Salmón lo evoluciono a “Les demoiselles d’ Avinyó”, una calle de Barcelona, en la que había prostíbulos. Salvo estos amigos, nadie más conocía tal calle y por tanto empezó a confundirse Avinyó, con nombre de la ciudad francesa de Avignon.  Actualmente, conoces esta obra como “Las señoritas de Avignon”.
Las señoritas de Avignon, es un cuadro del pintor español Pablo Picasso pintado en 1907 al óleo sobre lienzo y sus medidas son 243,9 x 233,7 cm. Se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, tras un periodo de tiempo de 17 años en los cuales los 9 primeros se mantuvo bajo el resguardo, y ocho años después fue vendido por un precio no muy elevado. A principio de los años 20 fue adquirida por Jacques Doucet y exhibida en 1925 en el Museo del Petit Palais, poco tiempo después lo compró el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Esta obra es considerada el inicio del arte moderno y pertenece a las vanguardias pictóricas del siglo XX.
Pablo Picasso nació en Málaga en 1881. Tras pasar unos años en  A Coruña, sus verdaderos comienzos artísticos se iniciaron en la Escuela de la Lonja de Barcelona, donde conoció la bohemia catalana y la incipiente Vanguardia que allí se desarrollaba. Ya en el umbral del siglo XX realizó un viaje a París, donde descubrió a Degas y Toulouse-Lautrec, y donde se instaló de forma definitiva desde 1901. Allí desarrolló sus etapas iníciales, haciendo hincapié en su última etapa de 1907, con las señoritas de Avignon, las cuales marcan un antes y un después dando lugar a una nueva evolución de Picasso tras el cubismo, el cual experimentó con otros estilos y movimientos.
A lo largo de su investigación continua desarrolló junto a Braque el cubismo analítico, como se aprecia en el Retrato de Ambroise Vollard, y el cubismo sintético como muestra la Naturaleza muerta con silla de rejilla.
Este cuadro, marcó el comienzo de su periodo africano o protocubista, así como el comienzo del cubismo, del cual el artista es el máximo exponente. Picasso rompe con la tradición del Realismo, con los cánones de profundidad espacial y el ideal existente sobre el cuerpo femenino, reducido todo a un conjunto de planos angulares sin fondo ni perspectiva espacial, en el que las formas están marcadas por líneas claro-oscuras.
En cuanto a la composición de la obra, todos los elementos que aparece se encuentran geometrizados a basa de triángulos que no permiten determinar los límites entre el fondo y las figuras. Se presentan cinco figuras femeninas, todas de pie a excepción de la que observamos a la derecha que se encuentra sentada. El hecho característico de su desnudez se basa en la representación de las formas de sus cuerpos como si fueran vistas desde varios puntos de vista, como si el pintor las rodease al retratarse, lo que se conoce como visión múltiple que acaba con la idea del pintor inmóvil.
Los rostros de las figuras presentan una enorme influencia del arte primitivo, arte considerado incluso bárbaro, que buscaba la simplicidad de las formas, no su transposición de la realidad, y recuerda entonces a las máscaras africanas que tanto marcaron a Picasso. A su vez, las figuras se enmarcan en un espacio confundido con sus propios contornos, mostrando un lugar estático en el que se ubican las figuras.
En cuanto a los colores, son planos centrados en gamas naranjas, azules y grises. Los tonos ocre-rojizos son característicos de su época negra. Por último, en la parte inferior aparece un bodegón cuyo colorido es ajeno a cualquier naturalismo.
La temática de esta obra ha sido interpretada de diversas formas, se habla de la representación de la Arcadia, satirizada al representarse dentro de un prostíbulo, en torno a una mesa con frutas. Esta explicación se deduce de sus bocetos. El tema se dice que está relacionado con las Bañistas de Cézanne, así como con el famoso Almuerzo en la Hierba de Manet y con el baño turco de Ingres. Esto nos lleva a las diferentes influencias en las que se basa esta obra, las figuras alargadas de El Greco, su estructura ambiental que rememora a las ya mencionadas Bañistas de Cézanne y las escenas  de Harén de Ingres.
Picasso, siguiendo su costumbre trabajó en unos cuantos bocetos bien dibujados antes de dedicarse de lleno a la obra final del cuadro. Esta obra de estudio consta de un óleo, una acuarela y una gran cantidad de dibujos que fueron debidamente estudiados y analizados en un catálogo de exposición.
Un primer boceto a lápiz negro y pastel sobre papel, en formato horizontal da a conocer la primera idea que tuvo Picasso para la realización de este cuadro. Las medidas del lienzo iban a ser más pequeñas, con siete protagonistas, cinco mujeres y dos hombres.
El segundo boceto es una acuarela sobre papel, muy próxima al cuadro final. En él desaparecen las figuras masculinas y quedan las cinco féminas. Mantiene el formato horizontal pero con unas medidas más pequeñas. La mujer sentada sigue casi igual, sólo que ahora vuelve ligeramente la cabeza hacia el espectador. En este segundo boceto se muestra ya un ensayo de los colores de la obra terminada.
Para llegar a la creación de estos bocetos Picasso hizo una serie de dibujos individuales de cada personaje, de sus cabezas, del cuerpo, de las piernas, de frente y de perfil. Casi todas estas pequeñas obras se conservan.




EL GUERNICA

EL GUERNICA. PABLO RUIZ PICASSO
"Los artistas somos indestructibles, aún en la cárcel, o en un campo de concentración, yo sería todopoderoso en mi propio mundo artístico, aunque tuviera que pintar mis cuadros con la lengua mojada sobre el polvoriento sueldo de mi celda".- Picasso, Der Monat, 1949.
Eran las 16:30 de la tarde del 26 de abril de 1937. La fuerza aérea alemana e italiana sobrevuelan la localidad vasca de Guernika y bombardea objetivos civiles. Cientos pierden la vida. Guernica es arrasada. El preludio de lo que ocurriría en la II Guerra Mundial y el nacimiento de Guernica como símbolo de la barbarie de la guerra. Inmortalizada en el famoso cuadro de Pablo Ruiz Picasso. Un grito contra la guerra, contra cualquier guerra. 
El bombardeo de Guernica no tuvo nada bueno, pero de ese mismo pueblecito vasco nació una de las obras más importantes de la historia del arte: El Guernica.                                                                                     El gobierno de la República encargó en enero del 37 al malagueño Pablo Ruiz Picasso,  que pintase algo para apoyar al gobierno y exponerlo en el pabellón republicano de la exposición universal de París, donde por aquel entonces vivía Picasso.                                                                                                        
Lo que le inspira a Picasso es la prensa, esa prensa inhumana que llega a París sobre el bombardeo de Guernica. Las fotografías del periódico le dan a Picasso la idea de pintar el Guernica también en blanco y negro.                                                                                                                      
 Este óleo sobre lienzo gira en torno a los horrores de la guerra A través de numerosos apuntes y varias versiones del cuadro completo, Picasso poco a poco va decantando los motivos concretos del bombardeo para ir concentrando toda la violencia en símbolos y figuras que dejan de remitirse al hecho concreto.                                                                                                                          
En cuanto a los personajes representados, son todos ellos víctimas, sin la aparición de ningún soldado. Su interpretación ha sido muy cuestionada, negándose reiterativamente el pintor a darles un significado concreto, como él decía "un toro es un toro, y un caballo es un caballo". No obstante, numerosos estudios han dado diversas interpretaciones a cada uno de los elementos: En la izquierda aparecen un toro, lo que podría representar a España o el fascismo que vuelve la cabeza sin importarle el espectáculo, un pájaro sobre la mesa, una mujer con su hijo muerto entre los brazos y una estatua mutilada. El centro lo ocupa un caballo herido, lo que quizás represente al pueblo español que pisotea el brazo de la estatua que sostiene una espada rota y una flor. Sobre ellos aparece un ojo-sol con una bombilla como pupila, que se ha interpretado como un hálito de esperanza. En la zona derecha se encuentran tres mujeres, una que avanza hacia la luz, otra que porta un candil y, en el extremo, otra con los brazos en alto, gritando en medio de las llamas.                                                                                                                                                  La composición recuerda a la de los trípticos, dividida en tres sectores. El central se ordena en una forma triangular en torno al caballo, incluyendo en su zona baja la estatua y la mujer que avanza. A ambos laterales de este grupo central se crean dos triángulos rectángulos que se compensan en sus figuras. Todo lo dicho nos confirma un fuerte estudio de la escena, buscando una organización clara y basada en zonas bien delimitadas que permitan una mejor comprensión de la escena, pensada para su exposición ante un público no demasiado entendido.                               
Picasso desfigura las formas para darles una mayor expresividad, como ocurre en la cabeza del caballo, las manos agrandadas de la mujer que sujeta a su hijo muerto o las piernas deformes de la mujer de la derecha. De la misma manera, se producen transferencias de las cualidades de los objetos, convirtiéndolos unos en otro, tal y como ocurre en las lenguas que se convierten en objetos punzantes, como cuchillos, o en los ojos de las dos mujeres extremas en donde los ojos se han convertido en sus propias lágrimas.                                                                                              
Estas dos últimas características parten del mundo surrealista que Picasso frecuentó a finales de los años veinte y en la década de los treinta. Su idea de libertad expresiva es también patente en ciertas sugerencias del dibujo infantil que tiene el cuadro y que el pintor estaba descubriendo en esos momentos. Partiendo de esa experiencia, redujo algunos elementos a su pura esencia visual, dando los suficientes datos para que la imagen, sin ser una copia de lo real, fuera entendible, tal y como ocurre en el flor de la estatua o el dibujo de la bombilla.                                                              
El color y la luz funcionan de una forma conjunta. Desde el primer momento, Picasso pensó en el cuadro como una imagen en blanco y negro que, en su limitación cromática, pudiera transmitir todo el clima de dolor y tragedia. Sobre este fondo, los gestos dramáticos de los personajes quedan en suspenso, como gritos aterradores dentro de un silencio general al que colabora la ausencia de color, aunque no de tonos, pues el gris, en diferentes gradaciones, atempera y da cohesión a los bruscos contrastes del blanco y el negro.                                                                            
En cuanto a la luz, ya desvinculada de la recreación naturalista de la realidad (claroscuro clásico), ilumina la escena sin obedecer a ningún tipo de foco. Se trata de una luz antinaturalista que sirve, ante todo, para guiarnos por el cuadro creando efectos que acentúan el dibujo (mano que porta el candil cruzada por distintas sombras, efecto de la sombra proyectada por la mano de la estatua...) o la tragedia (ventana fuertemente iluminada en la izquierda, pero demasiado pequeña para poder salir del incendio). En general, los personajes fundamentales aparecen fuertemente iluminados, sin sombras, lo cual acentúa su bidimensionalidad.                          
Con respecto al espaciodesaparece la perspectiva, típica del Renacimiento. Desde las primeras experiencias cubistas desaparece la idea del cuadro como una ventana. Ya no se pretende la representación real del mundo, y el lienzo se convierte en un espacio bidimensional, presentándonos todas las imágenes en el mismo plano.                                                                    
Para realizar esta obra, Picasso se sitúa en la línea abierta por Rubens en su Horror de la guerra (del cual extrae numerosas posturas de personajes) y, sobre todo, por Goya en sus Fusilamientos, con la misma visión antiheroica de la violencia como una fuerza ciega que nada soluciona.    Así, Lo que vemos en Guernica tiene una profunda resonancia con la obra de Goya. En Los horrores de la guerra éste último denuncia la atrocidad de la violencia humana de manera cruda, directa y sin ningún maquillaje. La obra de Goya, a pesar de que guarda cierta solemnidad, no es una imagen de lo real a la luz de lo ideal, es lo real tal como es, tal como la guerra lo ha dejado. El Guernica comparte esa aproximación a su objeto, no hay un sólo rastro de lo ideal en ella, es realidad pura, cruda y material. Pero encierra una contradicción: es realidad retratada no como realidad, ni desde la perspectiva de ésta, sino desde un punto de vista privilegiado, desde esa perspectiva imaginaria cubista que permite observar más de un aspecto de ésta a la vez. Quizá por eso sólo podía ser cubista, porque un horror de ese tamaño no cabría en la rigidez del paradigma clásico de profundidad, proporción y dimensión.   
A lo largo de dos años, El Guernica fue perseguida y reclamada, odiada y aclamada, pero sobre todo manipulada. El lienzo de Picasso viajó por todo el mundo, iba recaudando fondos para la causa republicana hasta que, finalmente, se quedó en Nueva York. Nos encontramos en plena Guerra Fría y el corazón del capitalismo tuvo que justificar que hacía con un gran símbolo comunista. Por aquel entonces surge la primera reivindicación de Picasso, su cuadro no es comunista. Es un grito contra la guerra. No obstante, numerosos estudios aseguran que, debido a un boceto inicial, Pablo Picasso quería pintar un cuadro comunista con un puño en el centro, pero se arrepintió finalmente.                                                                                                                                                                     El Guernica era famoso en todo el mundo, menos en España, Franco la tenía prohibida. Al fin y al cabo, era un símbolo de resistencia a la dictadura. Hasta que en los 60 comenzó el aperturismo y Franco intentó traer de nuevo el Guernica a España. Ahí está la segunda lectura del Guernica: El lienzo no era de "los rojos". Era una reconciliación de todos los españoles.                                                                El Guernica vuelve a España definitivamente en el 81, bajo el mandato de Suárez. No obstante Picasso dijo "El Guernica sólo volverá a España cuando esta vuelva a ser republicana", y en el 81 en España había una monarquía parlamentaria. Ahí aparece la tercera lectura que da el gobierno: El lienzo no es republicano, es simplemente demócrata.                                                                                     Por otro lado, el País vasco intentó que trasladaran el lienzo al múseo Guggenheim afirmando que ese lienzo no era dolor español, sino dolor vasco. Aznar lo negó, afirmando que si era dolor vasco, también era español. A lo que el presidente del PNV lanzó una protesta: "Como siempre el arte para Madrid, y las bombas para Euskadi".
El Guernica todavía sigue vivo. En los 60 fue un signo de las manifestaciones contra los bombardeos de Vietnam. En los 70 fue un símbolo de transición democrática en España, y eso es lo bueno de las obras de arte, que tienen no una, sino muchas vidas.
Esta obra representa la más grave catástrofe padecida en España, pero tan solo los pájaros que huyeron y los gusanos que se hundieron bajo tierra informaron de la tragedia desde el primer instante. "Se aprendió a no hablar de Guernica". repiten 80 años más tarde todos aquellos que sobrevivieron a la barbarie, 80 años desde el bombardeo de Guernica, 80 años que hoy se recuerdan en el múseo Reina Sofía de Madrid.

LAS SEÑORITAS DE AVIGNON

ARCO NEGRO

MADAME MATISSE

FORMAS DE CONTINUIDAD EN EL ESPACIO

EL PÁJARO, BRANCUSI

EL PROFETA, GARGALLO

lunes, 15 de mayo de 2017

LA CASA DE LA CASCADA

LA BAUHAUS

TAHITIANAS

NOCHE ESTRELLADA



LA NOCHE ESTRELLADA – VINCENT VAN GOGH
"Mirar las estrellas siempre me hace soñar"

Vincent van Gogh, para quien el color era el símbolo principal de expresión, nació el 30 de marzo de 1853 en Holanda. Hijo de un pastor, criado en una atmósfera religiosa y refinada, Vincent era muy emocional y no tenía confianza en sí mismo. Entre 1860 y 1880, cuando decidió finalmente ser artista, Van Gogh había tenido dos amores inadecuados e infelices y había trabajado sin éxito como empleado en una librería, vendedor de arte, y predicador en Le Borinage. Se quedó en Bélgica a estudiar el arte, dedicado para dar felicidad creando belleza. Las obras de este período temprano en Holanda son pinturas de género muy iluminadas y de tonos sombríos de las que la más famosa es Los comedores de patatas (1885). En ese año Van Gogh fue a Antwerp donde descubrió las obras de Rubens y compró muchos grabados japoneses.
En 1886 fue a París para unirse con su hermano Theo, el director de la Galería de Goupil. En París, Van Gogh conoció inevitablemente a Pissarro, Monet, y Gauguin, y empezó a dar más luz a su paleta muy oscura y pintar en las brochadas cortas de los impresionistas. Su temperamento nervioso le hizo un compañero difícil y las discusiones que duraban toda la noche, en combinación con pintando todo el día, afectaron a su salud.
Decidió ir al sur de Arles donde tuvo la esperanza de abrir una escuela de arte con sus amigos. Gauguin hizo el viaje a Arles pero el resultado fue un desastre. En el fin de 1888, después de un incidente, Gauguin tuvo que salir de Arles. Van Gogh le persiguió con una cuchilla y fue parado por Gauguin, pero se cortó una parte de su propia oreja. La vida de Van Gogh empezó a alternar entre los ataques de locura y la lucidez y fue enviado al manicomio en Saint-Rémy para comenzar su tratamiento.
En mayo de 1890, se sentía mucho mejor y fue a vivir en Auvers-su-Oise bajo el ojo atento del Doctor Gachet. Murió dos meses después cuando se disparó a sí mismo “por el bien de todo.” Durante su carrera breve vendió solamente una pintura. Las obras más finas de Van Gogh fueron producidas en menos de tres años por una técnica que crecía más y más apasionada en la brochada, en color simbólico e intenso, en tensión superficial, y en el movimiento y la vibración de forma y línea. La fusión inimitable de forma y contenido de Van Gogh es poderosa, dramática, rítmica, imaginativa y emocional. El artista estaba absorto en el esfuerzo para explicar su lucha contra su locura. Se convertiría en uno de los artistas más conocidos del mundo. Sus pinturas han tocado a culturas de todo el mundo, y se convirtió en el arquetipo de "artista torturado."
Van Gogh pintó La noche estrellada en junio de 1889, trece meses antes de su suicidio. Se trata de una obra que se encuadra dentro del movimiento postimpresionista.
Esta obra nos muestra una vista nocturna de Saint Rémy. Concretamente es una vista desde la ventana de su habitación en el manicomio de esta localidad donde se encontraba recluido.
La obra se divide en dos planos diferenciados, separados por la línea de las  montañas. Más de la mitad del cuadro lo ocupa el cielo estrellado siendo el auténtico protagonista del cuadro. En la mitad inferior del cuadro se observa el pueblo cuyas casas aparecen representadas con trazos rectos y del que sobresale el campanario puntiagudo, elemento vertical que rompe la horizontalidad de la composición. En un primer plano aparecen unos cipreses, tema presente en los cuadros realizados en este periodo como en su obra Campo de trigo con cipreses, que adquieren formas ondulantes que se asemejan a llamas, elevándose y uniendo ambos planos.  Las líneas de las montañas del horizonte se ondulan a semejanza del cielo en una dirección ascendente de izquierda a derecha.
En el cielo observamos como dos espirales se envuelven mientras once estrellas parecen iluminar la noche. A nuestra derecha, un astro de mayor tamaño de color naranja, quizás la luna, que parece confundirse con el sol. 
La técnica usada por el pintor es el óleo, aplicado en abundancia mediante la técnica del empaste, con pinceladas vigorosas y cortas que contribuyen a la fuerza expresiva de la obra. La gama cromática usada por Van Gogh es fría con predominio de azules, celestes, verdes y grises, aunque también como contrapunto cromático usa el naranja y amarillo de las estrellas, colores complementarios al azul dominante en la obra.
Se observa como el color, la mancha aplicada con el pincel en pequeñas pinceladas, alargadas y rectas unas veces, cortas y onduladas otras, sustituye al dibujo de manera que tan sólo algunas líneas oscuras sirven para dar forma precisamente a los elementos más físicos y materiales del cuadro, como las casas del pueblo, las montañas o los cipreses.
En esta obra Van Gogh volvía a los temas nocturnos que ya había representado en ocasiones anteriores, durante su estancia en París y Arlés. Sin embargo, Van Gogh renuncia a la observación directa y no nos muestra la noche de una manera realista sino de una manera sentida, vivida por el pintor en un momento de recaída de su enfermedad mental. Durante la etapa de Saint-Rémy, en la que pinta este cuadro, Van Gogh se muestra muy sensible al movimiento presente en su obra a través de dos formas básicas y contrapuestas: la línea curva, de trazo continuo, y las líneas rectas trazadas a base de rayas. Ambos elementos combinados en su obra transmiten una energía llena de intranquilidad y tensión.
Así, el pintor nos muestra una imagen de contraste entre la ciudad, oscura y dormida, tan sólo iluminada por las tenues luces de algunas casas, representadas por pequeñas manchas horizontales amarillas, que contrastan con el espectáculo del cielo, donde el movimiento arremolinado parece adquirir un sentido místico iluminado por las estrellas y la luna, lleno de energía. Van Gogh parece querer mostramos un universo que no es estático sino en el que distintas fuerzas parecen luchar entre sí. No hay calma ni quietud. Este movimiento, en este caso ascendente, también se transmite en el ciprés, el elemento más oscuro del cuadro, que parece servir de conexión entre el mundo terrenal y celestial. Frente al movimiento del cielo y la naturaleza contrasta la quietud y serenidad que transmite el pueblo, como si Van Gogh quisiera mostrarnos la actitud del hombre, ajena al espectáculo de la naturaleza.
"Esta mañana vi el país desde mi ventana mucho tiempo antes del amanecer, con nada más que la estrella de la mañana, que parecía muy grande".

Durante los años tempranos de su vida Van Gogh se quería dedicar al evangelismo de los pobres. Muchas personas creen que este intento religioso se refleja en las once estrellas de la pintura.
En Génesis 37:9. la declaración siguiente dice:

"Y soñó otro sueño más, y les dijo a sus hermanos, y dijo, ‘Miren, yo he soñado un sueño; y, miren, el sol y la luna y las once estrellas me hicieron reverencia‘. "

Sin importar si esta inspiración religiosa es verdad o no, lo que sí es cierto es que la pieza no es la única pintura de la noche estrellada que Van Gogh creó. Van Gogh estaba orgulloso de una pieza que había pintado más temprano en Arles en 1888 en la que representó las estrellas reflejándose en el río Rhone. Como La noche estrellada esta pieza tiene muchas de las mismas cualidades que tiene La noche estrellada como por ejemplo:
  • Las estrellas en el cielo están rodeadas por su propio orbe de luz.
  • La reflexión de luz artificial (nueva al período de tiempo) de Arles en el río hace moverse los ojos alrededor de la pintura para que la audiencia sea involucrada visualmente.

Esta obra de Van Gogh muestra como el autor, recluido y víctima de su enfermedad usa la pintura para mostrar más que la realidad observable y cambiante, como había sido el motivo de los pintores impresionistas, su visión de la misma realidad, alterada por sus sentimientos desbordados. Así, Van Gogh, partiendo del impresionismo se anticipa a lo que será el expresionismo, como podemos observar en esta extraordinaria obra hoy día conservada en el MOMA de Nueva York.

JUGADORES DE CARTAS

A finales del siglo XIX se desarrollaron varios movimientos que partiendo de los cimientos construidos en el impresionismo, evolucionaron hacia diferentes estéticas que anticiparon las corrientes vanguardistas de los inicios del siglo XX. Uno de estos movimientos es el cubismo, cuyo precursor es Paul Cezanne.
Una de sus obras más conocidas es Los jugadores de cartas, una serie compuesta por cinco obras sobre el tema de una partida de cartas, realizada entre 1890 y 1895. Se trata de un óleo sobre lienzo cuya escena está compuesta por una pareja de hombres que juegan en un interior donde predomina la simetría, el estudio de los volúmenes y una despreocupación por la perspectiva.
Paul Cezanne fue un pintor postimpresionista francés, considerado el padre de la pintura moderna y precursor del cubismo por su estilo nuevo y radicalmente diferente. En 1857 inició sus estudios artísticos en el L' Ecole Municipal Libre de Dessien. Sin embargo, al no lograr superar el examen de ingreso volvió a su tierra natal para dedicarse a la pintura. Enamorado de la pintura de Delacroix, elaboró sus primeras obras de un estilo romántico suave, dando lugar a su periodo oscuro (1861-1870) caracterizado por colores oscuros y un intenso uso del negro. Junto a otros pintores del momento presentó en París una exposición en cuyas obras domina la luz y el color pero no solo no tuvo éxito social sino que fue motivo de risas y burlas durante años. Fue entre 1870 y 1878 cuando su estilo volvió a cambiar, centrándose en el paisaje y el estilo para trabajar al aire libre (en plein air) de forma rápida y a escala reducida, que consistía en utilizar pequeños toques de colores puros, sin recurrir a bocetos preliminares ni a dibujos, dando lugar a su periodo impresionista. Sin embargo, las malas críticas de sus obras y su aislamiento que le convirtió en un pintor ignorado por el público. Además tenía un raro carácter que le convirtió en un hombre con pocos amigos. Pero fue en 1882 cuando el Salón Oficial  admitió una obra suya pero esto tampoco ayudó mucho a su vida artística. Es en el comienzo del siglo XX cuando sus obras empiezan a cotizarse  pero pronto al mismo tiempo su salud empeoró hasta que falleció en 1906.
Es el último cuadro de esta serie de los jugadores de cartas, el más conocido y valorado de los cuatro anteriores. Las fuentes de inspiración empleadas por Cézanne posiblemente fueran los jugadores de cartas pintados por Le Nain y Chardin.
Se trata de una obra figurativa compuesta por dos jugadores sentados a ambos lados de una mesa sobre la que apoyan los codos. Cézane representa a estos personajes ajenos a la propia obra, interesados únicamente en la partida. El espectador se convierte en uno de los frecuentes observadores que contemplan estas partidas en las tabernas, al situarnos el maestro en un plano cercano a la escena y no hacer apenas referencias espaciales.
En lo referente a la iluminación, el foco de luz se presenta de forma artificial concentrándose en la parte central, presentando sombras y, destacando el reflejo blanco de la botella. La perspectiva no conforma un papel significativo en las obras de Cézane, definiéndose únicamente mediante una sencilla ley de proximidad: los objetos más cercanos tapan a los que se encuentran en un plano más alejado.

Pero sin duda, lo más destacado en la obra es el color y sus trazos. El hombre de la derecha viste una chaqueta de tonalidades grises amarillentas que tiene su continuidad en el pantalón de su compañero, vestido éste con una chaqueta de tonalidades marrones que se mezclan con diversos colores. En general la obra se compone de colores oscuros que destacan entre sí. El fondo se obtiene gracias a una mezcla de tonos donde predominan los rojos y negros, en sintonía con la mesa y el mantel.
Las pinceladas se presentan solitarias y sintéticas (pincelada suelta), como el reflejo sobre la botella o el simple trazo que describe el ojo del jugador de la derecha. Las formas recuerdan a elementos geométricos, pura característica del cubismo, movimiento cuyo precursor es el propio Cézane. que se caracteriza por tratar las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, fragmentando líneas y superficies. Se adopta así la llamada "perspectiva múltiple": se representan todas las partes de un objeto en un mismo plano.
La representación del mundo pasaba a no tener ningún compromiso con la apariencia de las cosas desde un punto de vista determinado, sino con el conjunto de sus perspectivas. Por ello aparecían al mismo tiempo y en el mismo plano vistas diversas del objeto: por ejemplo, se representa de frente y de perfil; en un rostro humano, la nariz está de perfil y el ojo de frente; una botella aparece en su corte vertical y su corte horizontal. Ya no existe un punto de vista único. No hay sensación de profundidad. Los detalles se suprimen, y a veces acaba representando el objeto por un solo aspecto.
A diferencia del impresionismo del que Cézanne parte, en esta obra prevalece el volumen y la forma sobre la luz, obteniendo ese volumen gracias al color en estado puro.
Este cuadro de la serie se convirtió en la segunda obra de arte vendida por más dinero en la historia, con más de 250 millones de dólares se pagaron por ella. Actualmente se encuentra en el Museo de Orsay, en París.


Resultado de imagen de jugadores de cartas

EN EL MOULIN ROUGE

En el Moulin Rouge de Toulouse Lautrec
" No puedo, no puedo y tengo que hacerme el sordo y darme de cabeza contra la pared -sí- y todo eso por un arte que huye de mí y que nunca entenderá todo el mal que por él me he echado encima... " Henri de Toulouse-Lautrec.
La imagen que tenemos de París se debe en buena parte al pintor y artista gráfico albigense Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901). Con sus grabados, pósteres, pinturas y dibujos, el artista inmortalizó la vida nocturna de la Belle Époque y sitúo el barrio de Montmartre, en el norte de París, en el mapa global de los epicentros creativos y hedonistas.                                                                                                                        Hijo de la nobleza francesa, Lautrec se sintió atraído desde muy joven por los ambientes más mundanos, con una inclinación especial por las salas de fiesta, los cabarés y los burdeles de Montmartre. Sus modelos eran afamadas bailarinas y cantantes, en especial una, Jane Avril. Y sus obras retratan animadas escenas en plena actuación u otras secuencias entre bambalinas, así como tranquilos y tiernos retratos como En el sofá y En la cama.  
  Su estilo y su técnica nos revela a un artista sensible y observador de la condición humana. Todas sus obras realizadas en una amplia gama de estilos y técnicas despertó una gran admiración entre el público. Su obra, a pesar de su vida breve y marcada por su enfermedad fue muy amplia. El catálogo publicado en 1971, enumera 275 acuarelas, 737 cuadros, 369 litografías (incluidos los carteles) y unos 5000 dibujos, estas cifras son impresionantes para una carrera que sólo duró quince años hasta que falleció debido al alcoholismo y la sifilis que padecía.                                                                                                                                                              El artista dominaba tanto el grafismo audaz, algo patente en los carteles promocionales de Jane Avril, como los bosquejos poco definidos pero muy evocadores.                                  Toulouse Lautrec dejó un legado cultural inconmensurable. Sus obras recorren un universo de cantantes, bailarinas, músicos y prostitutas, de la mano de un artista dotado de gran empatía, una habilidad figurativa sorprendente y una sensibilidad única para captar la energía y las historias propias de una ciudad. 
En sus primeros retratos se muestra a un hombre joven que se mira timidamente en el espejo. Se muestra a sí mismo como parte de esa naturaleza muerta, fruto de la pesada herencia de su pasado. El joven esconde su cara entre las sombras, como si no se atreviera a mostrarla, ni siquiera a sí mismo, una clara prueba de inseguridad personal y su escepticismo, como si estuviera preguntándose: ¿Es la pintura mi camino?; ¿Podré lograrlo?; ¿Qué es lo que pasa con mi cuerpo?; ¿Por qué me torturan estas piernas deformes y esta cara cada vez más horrible? El individuo que se plantea todos estos interrogantes a través de su retrato, está al comienzo de un incomparable camino que lo llevará a ocupar un puesto entre los grandes de la historia del arte. Henri de Toulouse-Lautrec: de la protección de la nobleza al desbridado mundo de la farándula parisina.
-"¡Pensar que nunca habría pintado si mis piernas hubieran sido un poco más largas!"- Se repetía constantemente Lautrec después de haber conocido el que sería su nuevo hogar: El cabaret del Moulin Rouge, en Montmartre, el corazón de la bohemia de Paris. Como el decía: "¡ Siempre escucho burdel ! ¿ Y qué ? En ningún sitio me siento más en casa ".
Es entre 1892 y 1895 cuando Lautrec pinta su cuadro En el Moulin Rouge.  Éste es uno de los mayores lienzos pintados de Lautrec y está dedicado al templo de ocio principal de París en el fin de siglo. No deja de ser una estampa familiar, puesto que recoge alrededor de una mesa a varios amigos del pintor: a la izquierda está el barbudo Edouard de Jardin hablando con la bailarina Macaroni; frente a él, vemos a Paul Sescau y Maurice Gilbert; Jane Avril aparece de espaldas, destacando su brillante pelo rojizo; al fondo se sitúa La Goulue, retocándose el moño junto a su compañera Môme Fromage. A continuación destaca la pequeña figura de Toulouse-Lautrec acompañado por su primo Tapié de Céleyrand. En primer plano, iluminado su rostro desde abajo para conseguir un aspecto fantasmal, se encuentra la bailarina May Milton. Posiblemente esta zona del lienzo fue añadida en 1895 cuando Henri conoció a la artista. La influencia de la fotografía y de la estampa japonesa (de la misma manera que hacía Degas) va haciéndose notar cada vez más en el arte de Lautrec. Curiosamente, repite el esquema compositivo de obras anteriores como el Baile en el Moulin de la Galette, con la diagonal característica, colocando a las figuras en diferentes planos para crear sensación de profundidad. Toulouse-Lautrec está interesado en mostrar una imagen de modernidad a través de sus escenas de cabaret o prostitución. Quizá por eso su preocupación por la luz y el color - que tanto interesan a los impresionistas - pasa a un segundo plano, llamándole más la atención las figuras, sus expresiones y actitudes. No obstante, se obstina con que el interior evoque una atmósfera insalubre mediante una extraña luz verde. Esta idea de espacio lugúbre se acentúa mediante diferentes líneas, tales como la silueta curva de La Goulou al retocarse el pelo, el collar de la capa de Avril y el contorno de la manga de Milton. Estos contrastes de líneas con las diagonales fuertes de la barandilla y los tablones, que se apresuran hacia adelante, hacia el espectador potencian el humor animado de este Moulin Rouge, así como crea un auténtico drama visual
Se trata de un óleo sobre lienzo, en él, el firme dibujo vuelve a ser la característica definitoria de Toulouse-Lautrec, aunque también muestra gran interés por el color, especialmente por las tonalidades oscuras a las que añade tonos pastel y otros más claros que aportan mayor alegría al conjunto.                                                                                               El tema de esta obra está representado con espiritú cómico, sin embargo, hay una nota de melancolía más alla del humor, de desencanto y en especial de desesperación. Es la muestra de un prostíbulo en el que Toulouse Lautrec no se amarga, y trata el tema con simpatía, pero tampoco se hace ilusiones con respecto a la vida.
Lautrec poseía un ojo avezado para reproducir la vida tal como se vivía, para él todos son iguales... el intelectual, el caballero de sombrero de copa, el obrero, la chica de servicio, la mujer galante... Él pintaba la realidad tal y como la veía, y le era imposible no encontrar la magia en los aspectos horribles que observaba, él descubría la emoción en aquellos detalles que nadie antes había admirado:" He intentado ser veraz y no falsificar ensueños. Tal vez sea un error, pero me es imposible dejar de ver las verrugas; conscientemente las hago más grandes, les agrego pelos desagradables, y les pongo algún pico  brillante. No sé si usted pueda controlar su pluma, pero cuando mi lápiz se mueve, tengo que dejarlo correr si no ... ¡plumps! se acabó".                                                                              Él veía el mundo de las diversiones nocturnas no solo con los ojos de su propia sociedad, sino desde el punto de vista de una persona que ya ha superado las diferencias de clase y sus barreras. El artista describe lo que ve, sin la arrogancia de creerse socialmente superior, creando así cuadros de ambiente realista y verdaderos estudios de carácter. Es por eso que con sus pinturas muestra los aspectos más ocultos de una civilización burguesa, que daba rienda suelta al vicio y al placer.
Más que un pintor, Henri es un cronista de su tiempo que emplea los pinceles en lugar de la pluma.
Toulouse-Lautrec por su tara física, se consideraba excluído del mundo aristocrático y burgués; la repugnancia por la vida y las enfermedades le hacían buscar refugio entre los explotados y los marginados. Él, El maestro de Montmartre que en un primer momento se pensó incapaz de adentrarse en este mundo tan fortuito como es el arte, fue el pionero en retratar todos aquellos lugares tan oscuros y esenciales en la historia de París, y es que, en la ciudad de la luz, aún se sigue respirando la filosofía de Henri Toulouse Lautrec: La vida es un cabaret.
" Me impresionaba siempre la forma en que Lautrec cambiaba el tono de su voz cuando se discutía de arte. Él, que era tan cínico en otras ocasiones y de conversaciones morbosas, se ponía de pronto totalmente serio. Para él era una creencia religiosa." Edouard Vuillard.

Tarde de Domingo en la Grande Jatte de Seurat

Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte

Obra creada por Georges Pierre Seurat (1859-1891) en 1884-1886. Pintor neoimpresionista. Fue exhibido por primera vez en el Salón de los Independientes de París en 1886, donde causó una gran sensación. Actualmente se sitúa en el Instituto de Arte de Chicago, Chicago, Estados Unidos. El lienzo mide 2,06m x 3,07m. Los personajes del primer plano son de tamaño natural. Para realizar la obra de óleo sobre lienzo, el autor desarrolló una técnica dentro del movimiento post-impresionista, llamada puntillismo.
Esta técnica consiste en aplicar sobre el lienzo, no trazos ni pinceladas, sino pequeños puntos de colores primarios que combinados y mirados a cierta distancia forman la imagen y el colorido deseados por el artista. Seurat es uno de los mejores representantes de esta técnica.

Seurat nació en París bajo el techo de una familia rica, por lo que pudo centrarse en el arte. Fue un niño tranquilo e inteligente. Cuando tenía 20 años cuando visitó la cuarta exposición impresionista. Dejó de ir a la escuela de bellas artes y al terminar el servicio militar, alquiló un estudio. Pintó, sobre todo, en el exterior pequeños bocetos. Estaba influido por Delacroix, Renoir y Millet entre otros. En 1883 envió dos dibujos al salón y le aceptaron uno, esa primavera dibujó y pintó a orillas del Sena varios estudios preparatorios de una obra de gran tamaño. “Un baño en Asnieres” fue rechazado por el salón en 1884, Seurat con un grupo de pintores rechazados inauguró el primer “salón de los independientes”, donde conoció a Paul Signac, un gran amigo suyo. Esta obra fue el primero de los 6 grandes cuadros que realizaría el artista. La obra fue expuesta de nuevo en diciembre con varios bocetos nuevos, los de la futura “Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte”. La Grande Jatte es una isla estrecha y larga del Sena. A mediados del siglo XIX la zona se convirtió en un centro de recreo, por lo que atraía a los pintores, incluido Seurat. Murió en París en 1891 a causa de la difteria, con 31 años de edad.

“Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte” es un óleo sobre lienzo considerada una de las pinturas más relevantes del siglo XIX. En este se representa un parque situado a la orilla del río Sena, en el agua varias embarcaciones y bajo los árboles numerosos personajes y algunos animales. Una escena fugaz, típica del impresionismo. Seurat pasó 2 años pintando el cuadro (realizó 38 bocetos al óleo y 23 dibujos preparatorios), concentrándose en el paisaje del parque. Se sentaba a menudo en los jardines y hacía un gran número de bocetos de las distintas figuras. En el cuadro se perciben casi 40 figuras, la mayoría de perfil o totalmente de frente. Son figuras estáticas y congeladas, próximas unas a otras, pero sin comunicación entre ellas.

La composición del cuadro es asimétrica y se distinguen 3 grandes áreas: el río Sena, el parque iluminado y  la zona más próxima al espectador, la cual, permanece en sombra.
El punto de fuga de este cuadro se encuentra en el horizonte, entre los árboles. Puesto que allí es donde convergen todas las líneas de fuga.
El tema ha despertado cierta polémica por su significado, puesto que algunos investigadores han interpretado el cuadro como una crítica a la hipocresía de la Francia de finales de siglo. Pues las mujeres que pescan en la orilla serían prostitutas y los militares que se acercan desde el fondo serían sus clientes. La mujer que aparece en primer plano sería otra prostituta, pero, al ir cogida del brazo de un hombre conseguiría disimular su condición. Sujeto por una correa pasea un mono capuchino, muy de moda en la época, y que se interpreta asociado a la libertad de la actitud de la dueña. Lo más probable es que esta mujer fuera una mantenida, pues parece la amante del hombre del monóculo que la lleva de paseo a un parque. También nos encontramos en primer plano con un remero que está fumando tumbado en la hierba, justo detrás, vemos que hay una pareja de aspecto elegante. Al fondo se observa a una anciana bajo una sombrilla, acompañada de su enfermera, a quien reconocemos por la vestimenta. El resto de las figuras van vestidas con su traje de domingo, la mayoría de las mujeres van elegantes junto con un corsé y un sombrero.

Como fue su primera obra puntillista, los colores todavía parecen mezclados para conseguir los medios tonos, algo que en obras posteriores dejará de hacer. En las zonas iluminadas por el Sol predominan el naranja y el amarillo, mientras que en las zonas con sombra los azules, verdes y violetas.
Finalmente fue expuesto por primera vez en la octava exposición colectiva del grupo impresionista, en 1886. Esta obra sorprendió en gran medida al público.

Como curiosidad destaca la doble sombra del árbol de la izquierda, si observamos los bocetos originales se puede ver que detrás de este hay situado otro árbol, pero en la versión definitiva este queda tapado. Por lo que solo se ve su sombra.

En conclusión es una gran obra dónde, aunque a primera vista parece transmitir un ambiente de paz y tranquilidad en una tarde de verano. Nada es lo que parece. Otras grandes obras del autor serían: “El circo”, “Pescando en el Sena” y “Detalle de La Parade”.