martes, 6 de diciembre de 2016

RETRATO DE BRUTUS BARBERINI.

Es en el 753 a.C cuando Roma, ciudad que combina historia y realidad, se funda. Toda la cultura romana tiene dos influencias claras: la etrusca y la griega. En el arte esta doble influencia es decisiva y se aprecia bien en esta escultura: Brutus Barberini.

El retrato de Brutus es una escultura romana que representa un retrato funerario es de autor anónimo y está realizado en mármol, mediante la cual se escenifica, el orgullo de un patricio romano ante la importancia de su linaje, la sensación de superioridad y el símbolo de su importancia social y sus privilegios.

El hecho de ser un retrato romano tiene su base en la tradición etrusca caracterizada por el realismo apoyado en las imágenes “Maiorus”, que son imágenes realistas, a través de las cuales las familias patricias, sobre todo las más pudientes, veneraban a sus antepasados. Esto consistía en realizar una máscara funeraria del fallecido, normalmente varones, para transmitir la estirpe familiar. Para su elaboración el escultor obtenía un vaciado en cera de su rostro, que luego era pintado para darle una apariencia lo más real posible, posteriormente servían como molde para la escultura en mármol. 

Tenían un carácter privado, pues se realizaban en las capillas de las casas, pero a su vez eran esencialmente políticas debido a la distinción aristocrática y el orgullo de pertenecer a una gens (Conjunto de familias en la antigua Roma que descendían de un antepasado común y llevaban el mismo nombre), y siendo político tienen una gran dimensión pública. Además los etruscos añaden un sentido más preciso del retrato individual.

Un aspecto que llama la atención es que en los posteriores entierros familiares, esta galería de retratos era sacada del armario de madera que se encontraba en el atrio de la casa donde se conservaban, para que los antepasados pudieran procesar junto al cadáver que iba a unirse con ellos, tener un atrio repleto era signo de vieja nobleza.

Sin embargo, esta obra no  recibe meramente la influencia etrusca, y así como sucede en el retrato romano recibe también la influencia griega, la cual es mucho menos intensa, y tiende a la idealización, y a un tratamiento formal, delicado, sensualizado y barroquizado, además aporta la idealización con el empleo del canon y del contrapposto clásico.

El retrato de Brutus Barberini, también conocido como Patricio Barberini es una escultura exenta de bulto redondo romana de finales del siglo I, lo que coincide con el comienzo de la retratística de personajes vivos, esencialmente masculinos, ya que la representación femenina era poco habitual y era más común en forma de busto o solo de cabeza, y en ella se buscaba la feminidad.

Si clasificamos al Brutus según su vestimenta, puede ser con coraza, de togato, apoteósico para dioses, desnudos o semidesnudos o ecuestres, que suele ser menos habitual, en este caso, representa a un hombre togado portando los retratos de sus antepasados.

Este está realizado partiendo de un bloque cilíndrico, donde el escultor no separa demasiado los brazos del resto del cuerpo, y en el que se refleja al personaje entero, es decir, a tamaño natural, mide unos 165 cm y está realizado en mármol blanco pulido, lo que deja entre ver el importante estatus que mantenía el cliente. El canon de la figura principal es de 8 cabezas, lo que alarga la esbeltez del senador. Brutus, el cual aparece de pie con una larga túnica sujetada con una fíbula (broche o hebilla de hierro) formando numerosos pliegues a lo largo de la caída, pertenece a la modalidad de togato, lo que es característico del patriciado. A su vez, tiene presenta la técnica de paños mojados, por lo que a través de la toga se deja ver la pierna izquierda, que se encuentra más avanzada que la derecha. Es a través de los pliegues, que junto con las luces y sombras da lugar a un juego de claroscuros que ayuda a romper la verticalidad del conjunto.

La escultura presenta una visión frontal, lo que significa, que ha sido realizado desde un ángulo frontal, como si se tratase de un relieve y no de una escultura exenta, sin embargo representa con sumo cuidado los detalles, además presenta una clara verticalidad que se rompe a raíz del uso de un ligero contrapposto en las piernas, ya que la pierna izquierda se encuentra más adelantada en tensión, lo que da lugar a que el hombro derecho esté ligeramente elevado a la derecha, la pierna derecha está más relajada lo que da lugar a una ligera caída del hombro izquierdo. 

La figura central porta dos bustos en las manos, una de ellas sobre una columna tallada con decoración vegetal, y cuya altura llega a la mitad del cuerpo de la figura, así como el otro busto, estos constituyen sus antepasados. Los tres rostros reflejan un carácter sereno e incluso solemne, y en ellos se puede ver la evolución del retrato, puesto que cada uno de ellos pertenecen a un época diferente y por tanto, a una manera de representar distinta.

La figura principal destaca por ser de una edad avanzada cuyo rostro es duro y con pómulos muy marcados, así como las arrugas faciales, ausencia de pelo, nariz grande y recta, característica que destacan por su realismo, y da lugar a la fidelidad de los rasgos individuales del retratado sin omitir los defectos, en contraposición los bustos son de expresión más suave, más serena, con arrugas menos marcadas lo que refleja la ausencia del realismo en las representaciones pasadas, además son una clara referencia de las máscaras mortuorias.


Actualmente, podemos encontrar el retrato de Brutus Barberini en el Palacio de los Conservadores de Roma.




















                                                                     María José Lagunas Hernández

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