El nacimiento de Venus es una obra pictórica del
pintor italiano Sandro Botticelli de finales del siglo XV. Alessandro di
Mariano di Vanni Filipepi, apodado Sandro Botticelli nació en Florencia, el 1
de marzo de 14451 y murió allí mismo el 17 de mayo de 1510, perteneció a la
tercera generación cuatrocentista, encabezada por Lorenzo de Médici el
Magnífico y Angelo Poliziano. Procuraron la libertad de conducirse humanamente,
recogida de la antigüedad clásica. El esplendor artístico alcanzado en la
Florencia de fines del siglo XV, fue la Edad de Oro de Botticelli, sin embargo
esta reputación disminuyó notablemente en los siglos siguientes, pero fue
recuperada a finales del siglo XIX, desde entonces su obra se ha considerado exponente
máximo de la pintura del primer Renacimiento. El nacimiento de Venus y La
primavera son, actualmente, dos de las obras maestras florentinas más
conocidas. Se expusieron por primera vez en la galería de los Uffizi,
Florencia, en 1815.
El Nacimiento de Venus es una de las obras más famosas
de Botticelli. Fue pintada para un miembro de la familia Médici, para decorar
uno de sus palacios de ocio en el campo. Este cuadro fue pintado entre 1482 y
1484.
El tema mitológico era habitual en estos
emplazamientos campestres, surgiendo imágenes como la Primavera o Venus y
Marte, concretamente se trata de “el nacimiento de la diosa Venus” (La nascita
de Venere). Los aspectos más destacables de la obra es el resurgir del desnudo
en la pintura, aunque esta vez, vemos a la figura de la mujer en esta
situación. El desnudo es símbolo de la belleza, y es dentro de la mitología, el
tema principal, un ideal inalcanzable, que pertenece al mundo de las ideas pero
no al mundo real.
Las figuras que se aprecian están claramente
idealizadas. En la imagen se observa a una Venus sobre una enorme concha,
situada en el centro del cuadro, haciéndose protagonista, expresa unas maneras
muy femeninas, delicadas, marca de fragilidad. Sus largos cabellos rubios
cubren sus partes íntimas mientras que con su brazo derecho trata de taparse el
pecho, repitiendo una postura típica en las estatuas romanas de las Venus
Púdicas, es la longitud del pelo junto con el impacto del viento sobre este, lo
que crea una gran sensación de movimiento. Se observa en su figura un
pronunciado contrapposto, lo que da cierto equilibrio a su posición. Además la
figura de la Diosa parece como flotar. El canon no es muy alargado, de unas
siete u ocho cabezas. Su concepción anatómica nos revela un alto grado de idealización
(cuello demasiado largo y hombros demasiados estrechos).
La figura blanquecina se acompaña de Céfiro, el dios
del viento, junto a Aura, la diosa de la brisa, enlazados ambos personajes en
un estrecho abrazo; ambos son dioses alados que crean el viento que empuja a la
Venus a la playa y de los cuales provienen las flores que se arrojan a la
Diosa. Se pinta muy bien la imagen del viento creado por el soplido de los
dioses alados. En ellos el efecto del viento es palpable, las telas se les
pegan al cuerpo, marcando los brazos y la forma de los mismos. En la zona
terrestre encontramos a una de las Horas, las diosas de las estaciones, en
concreto de la primavera, ya que lleva su manto rojizo decorado con motivos
florales. La Hora espera a la diosa para arroparla con un manto también
floreado. En esta figura femenina se observa la delicadeza del tratamiento de
los pliegues del ropaje y de la tela roja antes mencionada provocados por el
viento, que genera un gran movimiento y dinamismo a la composición. Se trata de
la representación de la primavera, con un vestido blanco con flores.
Botticelli consigue figuras magníficas gracias al uso
de los contornos con una línea oscura, siguiendo el modelo de una estatua
clásica. Los ropajes se pegan a los cuerpos, destacando todos y cada uno de los
pliegues y los detalles, lo que refleja un marcado uso de la técnica de los
paños mojados. El resultado es sensacional pero las pinturas de Botticelli
parecen algo frías e incluso primitivas.
Venus es la diosa del amor y su nacimiento se debe a
los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Cronos y arrojados al mar.
El momento que presenta el artista es la llegada de la diosa, tras su
nacimiento, a la isla de Citera, empujada por el viento como describe Homero,
quien sirvió de fuente literaria para la obra de Botticelli. Toda la escena se
ve enmarcada sobre un paisaje de naturaleza solitaria, acorde con la belleza de
la diosa.
El fondo es un mar con oleaje, éste es más intenso
según se acerca a la imagen de Venus. En un fondo que aporta profundidad a la
escena, y el bosque que aparece a la derecha de la imagen crea una perspectiva
y crea profundidad.
Es el dibujo lineal que se realiza en
los contornos de las figuras y el paisaje, lo que ayuda a distinguir con
nitidez la figura del fondo y a la vez la estiliza y suaviza, a su vez presenta
un eje vertical. En general, la obra es bastante plana, pero representa
adecuadamente los volúmenes.
La técnica del cuadro es el temple sobre
lienzo, se aprecia una estructura piramidal, siendo el personaje central el que
capta la atención. Los personajes son ligeros, esbeltos y sensuales, dando una
sensación de ingravidez.
La luz del cuadro es uniforme en casi
toda su superficie sin claroscuros.
En cuanto al color, podemos decir que tratamos con
línea cromática de tonos fríos, a pesar de la tela roja de la Ninfa Primavera,
utiliza sobretodo diferentes tonos de blancos y azules. La línea que crea
Botticelli es una línea fluida.
La formación de Botticelli junto a Filippo Lippi tuvo una importante
influencia en su obra de temática religiosa. Sin embargo, Botticelli tomará su
propio camino marcado por la obsesión de plasmar en todo lo posible la belleza
ideal, y por todo ello el naturalismo no fue una meta en su pintura. Fue un
pintor influenciado por las teorías neoplatónicas.
María José Lagunas y Vanessa Monge.
María José Lagunas y Vanessa Monge.
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