lunes, 6 de marzo de 2017

LAS PIEDADES DEL VATICANO DE MIGUEL ÁNGEL.

Miguel Ángel, genio del cinquecento italiano esculpió a lo largo de su vida numerosas obras. Entre ellas se encuentran las piedades, siendo la más famosa la primera que creó: La Piedad del Vaticano.
Salta a la vista que entre la Piedad del Vaticano (1499) y la Piedad del Duomo de Florencia (1550) transcurre un mundo. Entre el sereno clasicismo de la primera y el dramatismo ante la muerte de Cristo de la segunda sucedió algo importante. El escultor había visto cómo Europa dejaba de ser el centro del universo, tras el descubrimiento de América, cómo el cristianismo se desgarraba en dos, tras la aparición del luteranismo, cómo la Iglesia no representaba nada para el emperador Carlos que permitió el saqueo de Roma, en1527.

En la Piedad del Duomo Miguel Ángel esculpe una piedad que nadie le ha encargado, una obra personal que concibe para su propia tumba, que quiere que sea en Santa María la Mayor, en Roma, pero que sin embargo, gracias a una singular peripecia -un sobrino suyo roba el cadáver y lo transporta escondido hasta Florencia-, será enterrado en la Santa Croce de su ciudad natal. Miguel Ángel concibe esta piedad de forma tan personal que se retrata a sí mismo en el personaje que sostiene al Cristo yacente.
La última de las tres piedades es la Piedad Rondanini. Es un grupo escultórico exento realizado entre 1555 y 1564 en mármol de 1’95 metros de altura. En la actualidad se halla en el museo del castillo de los Sforza, Milán. Fue la última obra del artista en la que trabajó enérgicamente hasta su muerte, causando admiración. Se incluye dentro del manierismo y se puede ver en ella el non finito ya que está sin acabar. Se destinó a su tumba y permaneció en su taller en Roma durante años hasta que se decidió transformarla acabando mejor algunas partes como las piernas de Cristo, el brazo derecho de este y parte de la cabeza en cuya zona inferior se ha tallado el rostro de la virgen.
La técnica es sustractiva. A partir de la obra anterior el artista deshace las formas y crea otra obra con aspecto inacabado debido a las numerosas huellas del cincel dentado que recorren gran parte de la obra, como la cara de los dos personajes. Contrasta la superficie rugosa con la terminación pulida y perfecta de sus primeras obras haciendo que no parezcan del mismo autor. El tema es el mismo a las dos piedades anteriores, el Descendimiento, solo que en esta Cristo no aparece en el regazo de su madre sino sostenido por ella.
La más famosa de las tres es la Piedad del Vaticano o Pietà. Es un conjunto escultórico en mármol realizado entre 1498 y 1499. En la actualidad se encuentra en la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano.
Es una obra de bulto redondo, es decir, se puede ver en todos los ángulos aunque el punto de vista preferente es el frontal.
La Virgen María, joven y bella, cuyas vestiduras se expanden en numerosos pliegues, sostiene a Cristo muerto y que, intencionadamente, aparenta mayor edad que su madre. La juventud de María es muestra del idealismo renacentista.
Vasari dijo sobre ella: “Es una obra a la que ningún artífice excelente podrá añadir nada en dibujo, ni en gracia, ni, por mucho que se fatiguen, en fortaleza, en poder de finura, tersura y cincelado del mármol”.
La obra fue encargada por el cardenal de Sant-Denis. El contrato entre el artista y el cliente se firmó el 26 de Agosto de 1498 y en él se estipulaba que la obra debía de estar terminada antes de un año y en efecto, estuvo acabada dos días antes de que se cumpliese el plazo. El cardenal había muerto unos días antes por lo que su primer emplazamiento fue sobre la propia tumba del prelado en la Capilla de Santa Petronila del Vaticano, más tarde, en 1749 fue trasladada a su ubicación actual. En este contrato se especificaba el material, el tema, el tamaño, los plazos y el precio del encargo: “Una piedad de mármol, hecha con una Virgen María vestida sosteniendo en sus brazos a su hijo Jesucristo muerto, a escala natural”.
Fue la primera vez que el artista abordaba este tema iconográfico, luego repetido a lo largo de su vida con diversos tratamientos, que ponen de manifiesto su evolución artística y espiritual. Su última piedad será la ya comentada Rondanini cuyo patetismo anticipa el barroco.
El artista contaba entonces con 24 años. Comenzó por escoger personalmente en las canteras de los Alpes Apuanos de la Toscana el bloque de mármol más apropiado. La particularidad de este mármol radica en que posee una gran calidad para la talla. Por supuesto, trasladar un bloque de esas dimensiones en esa época atraía numerosas dificultades y el propio Miguel Ángel estuvo  a punto de morir durante el lardo y tedioso proceso. Sobre él después, como era construmbre y gusto en el Renacimiento italiano, talló la escultura de un solo bloque de mármol. Según Miguel Ángel, él solo quitaba toda la materia pétrea sobrante del bloque para conseguir la forma pensada ya que en el interior del bloque está contenida toda la naturaleza. “En cada bloque de mármol veo una estatua tan clara como si se pusiera delante de mí, en forma y acabado de actitud y acción. Sólo tengo que labrar fuera de las paredes rugosas que aprisionan la aparición preciosa para revelar a los otros ojos como los veo con los míos”.



Cuando la obra fue finalizada y entregada algunos dudaron de que Miguel Ángel fuera el verdadero autor debido a su juventud. El artista se enteró de esto cuando oyó en la capilla donde estaba la Piedad que un hombre atribuía la obra a Gobbio. Por lo que esa misma noche, lleno de furia, se encerró en su taller e inscribió su nombre siendo esta la única obra firmada del artista. En la cinta que cruza el pecho de la Virgen puede leerse: “Michael Angelus Bonarotus Florentinus Faciebat” (Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo).
En esta escultura predominan las armonías de contraste. Hay tres:
·         Los ejes del cuerpo de Jesús (líneas quebradas) se contraponen a los pliegues curvilíneos y angulados de las vestimentas de la Virgen.
·         El brazo derecho de Jesús cae inerte contraponiéndose al brazo izquierdo de la Virgen, lleno de vida.
·         Los pliegues de la virgen forman contrastes claro-oscuro. Estos se contraponen a las superficies claras y lisas del cuerpo de Jesús, expresados en ‘sfumato’.
El tema de la Piedad, tanto en pintura como en escultura, representa el dolor de la Virgen al sostener en sus brazos el cadáver de su hijo cuando éste desciende de la cruz. Nos encontramos ante un tema de origen gótico sin embargo su tratamiento es contrario al espíritu gótico, eliminando todo tipo de expresión del dolor de la madre para crear una imagen de suave melancolía.
El material es un solo bloque de mármol blanco extraído de las montañas de Carrara, famoso por la gran cualidad del mármol. Mide 195 centímetros de ancho por 174 centímetros de alto. Se trabaja a través de la talla y un posterior pulimentado de ciertas zonas que deja resbalar la luz.
La composición es un triángulo equilátero sobre una base elíptica con la intención de dar la sensación de equilibrio y estabilidad. La Piedad es un conjunto escultórico porque alberga más de una figura. La obra aunque es de bulto redondo fue diseñada especialmente para una contemplación frontal. El triángulo es contrapesado hacia la derecha con un ligero contraposto de la cabeza de la Virgen y un gran paño que cierra la escultura por la izquierda.
En la escultura la influencia neoplatónica hace que la belleza representada tanto en la Virgen como en Cristo lo haga sereno, ausente del dolor y sufrimiento que se solía representar en ese tema religioso. La figura de Cristo, con cabeza y brazo inclinado hacia el lado derecho se armoniza con la figura de María, envuelta en telas gruesas llenas de pliegues inclinados hacia la izquierda. La monumentalidad de la Virgen respecto a su hijo sirve como elemento de corrección óptica balanceando el conjunto escultórico.
La cara inmaculada y joven de la Virgen fue justificada por Miguel Ángel como una forma de representar a María eternamente virgen porque las personas que aman a Dios  son eternamente jóvenes; “Las personas enamoradas de Dios no envejecen nunca. La madre tenía que ser joven, más joven que el hijo, incorporado a nuestra naturaleza humana, debía aparecer como otro hombre cualquiera en sus despojos mortales”. Las figuras responden a un canon clásico de posiciones estáticas en el que se destacan dos rasgos: el perfecto conocimiento de la anatomía fruto de numerosos estudios anatómicos (como las autopsias realizadas ilegalmente); y la figura de la Virgen que si la pusiéramos de pie resultaría de un tamaño enorme, esto es una mera corrección óptica.
El mármol de la Piedad ha sido modelado de diferentes formas. Los pliegues de las telas en la parte inferior de la obra tienen mayor volumen, aportando estabilidad. El trabajo de los pliegues del ropaje en la parte superior es mucho más suave y más pulido que en la parte inferior haciendo resbalar la luz por la superficie y suavizando las formas. Llama especialmente la atención las diferentes texturas creadas a través del modelado diferente y minucioso en cada zona.
El 21 de mayo de 1972 la imagen sufrió un atentado cuando un geólogo australiano golpeó en apenas unos pocos segundos el rostro y uno de los brazos de la Virgen con un martillo en quince ocasiones mientras gritaba ¡Yo soy Jesucristo, resucitado de entre los muertos!; rápidamente fue reducido y detenido. La estatua sufrió graves daños, sobretodo la figura de la Virgen: el martillo quitó cincuenta fragmentos, rompiendo su brazo izquierdo y el codo, dejando su nariz y sus párpados prácticamente destruidos. La restauración se inicio casi de inmediato y se llevo a cabo en la mayor medida posible reutilizando los fragmentos originales. Gracias a la existencia de numerosos modelos fue posible reanudar el trabajo con fidelidad. El autor del atentado, reconocido como enfermo mental, se mantuvo en un manicomio italiano por un año y luego regresó a Australia.
Nos encontramos con una obra clásica del Renacimiento, en el cinquecento. Los nuevos mecenas han sustituido a los antiguos príncipes de las ciudades y en torno a Roma confluyen las principales figuras artísticas (Leonardo, Rafael o Miguel Ángel). Estos autores darán gran monumentalidad a sus obras, recogiendo tanto la herencia grecolatina como la del Quattrocento. Miguel Ángel sigue la senda iniciada por Donatello aunque dándole una mayor monumentalidad. El período clásico será muy breve en la vida del artista pues será uno de los primeros que den los pasos hacia el manierismo, comenzará a alejarse del equilibrio y la armonía clásica para potenciar las distorsiones y los sentimientos trágicos. Con sus pinturas de la Capilla Sixtina o su Moisés se completará el cambio hacia lo expresivo.
La influencia de toda esta evolución será enorme e incluso evidente en pintores como Rafael. La posterior generación le tendrá como el mayor artista de toda la Historia del Arte y otros como el Greco o Berruguete seguirán su forma de tratar el arte como una forma de expresión interior. Un siglo después será Bernini quien lo recoja y comience a hacer donde Miguel Ángel había parado, pasando de la expresión interna al movimiento. También Rubens tomó en cuenta sus anatomías excesivas e incluso Velázquez copio alguna de sus composiciones. Rodin, ya en el siglo XIX lo recuperará y reinterpretará en obras como el Beso.
Miguel Ángel permanecerá en Roma hasta 1501, fecha en la que regresará a Florencia para esculpir su siguiente obra maestra, el David, que se convirtió en la escultura más famosa de todos los tiempos.
Como decía Miguel Ángel “La verdadera obra de arte no es más que una sombra de la perfección divina”.



























  

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